El hecho de que un hijo ayude en la empresa o en el negocio familiar no está mal en sí mismo; la situación a resolver se presenta cuando su vocación, personalidad e intereses difieren con esas actividades. Es entonces cuando la renuncia de este hijo para ser él mismo y realizarse desde su propia vocación, personalidad e interés cobra un precio muy alto.
¿Sabes si tú como hijo pagaste o estás pagando ese precio? O ¿si tu hijo lo está pagando? Te invito a descubrirlo en el Programa Orden y Bienestar Familiar, encuentra más información aquí goo.gl/McK6g
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