La Mujer, sus Emociones y su Sexualidad
- Yuleika
- 30 mar
- 4 Min. de lectura

La Mujer Emociones y Sexualidad
Un Viaje de Integración y Sabiduría
Si eres mujer, seguramente has sentido en algún momento que tu energía se mueve en ciclos, como las mareas, como la luna. Hay días en los que te sientes expansiva, creativa, con ganas de moverte y conquistar el mundo, y otros en los que lo único que anhelas es recogerte en tu propia cueva interior. No hay nada erróneo en esto. Es la naturaleza misma de lo femenino: el flujo constante entre la expansión y la contracción, entre el dar y el recibir, entre la luz y la sombra.
Pero, ¿qué pasa cuando estos ciclos naturales se ven atrapados en estados emocionales de baja frecuencia? Cuando la vergüenza, la culpa, el miedo o la apatía se convierten en el aire que respiras, el agua en la que nadas. Cuando en lugar de fluir con tus ritmos, te sientes desconectada, fragmentada, incapaz de sostenerte a ti misma.
La mujer, en su esencia más pura, es energía Yin: contenedora, receptiva, profunda, misteriosa. Es el espacio donde la vida se gesta y donde todo lo latente espera su momento de manifestación. Pero el Yin en desequilibrio puede convertirse en estancamiento, en un océano inmóvil que no encuentra cauce. Puede llevarnos a quedarnos atrapadas en emociones densas sin saber cómo transmutarlas.
Por otro lado, el Yang, la energía masculina, es la acción, el movimiento, la dirección. En nuestra sociedad, muchas mujeres han sido empujadas a vivir en un exceso de Yang: hacer, producir, demostrar, competir. Y cuando una mujer está desconectada de su Yin, su sexualidad y sus emociones se vuelven mecánicas, sin el gozo profundo que surge del habitarse plenamente.
Las Emociones de Baja Frecuencia y la Mujer

Cuando una mujer experimenta emociones como la vergüenza o la culpa, su cuerpo lo siente profundamente. La pelvis se cierra, el vientre se tensa, la respiración se vuelve superficial. La vergüenza sobre su propio deseo, sobre su placer, sobre su derecho a ocupar espacio, se traduce en un bloqueo de su fuego interno.
El miedo, la ira o la tristeza pueden hacer que una mujer se desconecte de su sexualidad, sintiéndola más como una obligación que como un acto de creación y placer. O puede llevarla al otro extremo: usar la sexualidad como una vía de escape, como un intento de llenar un vacío que en realidad solo puede ser sanado desde adentro.
El duelo y la apatía pueden manifestarse como una pérdida de deseo, como la sensación de que nada enciende su fuego interior. Se apaga el brillo en la mirada, el cuerpo se siente pesado, la conexión con la vida misma parece desvanecerse.
Pero aquí está la clave: la mujer no está destinada a permanecer en esos estados. Ella es la alquimista, la que transforma, la que convierte el dolor en sabiduría, la que renace de sí misma una y otra vez.

El Regreso a la Integración: El Poder de lo Femenino
Para que una mujer vuelva a habitar su esencia, necesita recordar su polaridad sagrada:
🔹 Recuperar su Yin sin desconectarse de su Yang. No se trata de solo recibir, contener y nutrir a otros hasta agotarse, sino de encontrar el equilibrio entre sostener y sostenerse, entre dar y permitirse recibir.
🔹 Honrar sus ciclos. La naturaleza nos da la clave en cada fase de la luna, en cada estación del año, en el latido de la Tierra. La mujer necesita aprender a moverse con su propia marea, sin juzgarse cuando está en un momento de retiro y sin limitarse cuando su energía es expansiva.
🔹 Sanar la relación con su sexualidad. No es solo un acto físico, sino una fuerza creativa en sí misma. Es la fuente de vida, de gozo, de conexión con lo sagrado. Cuando una mujer libera las emociones de baja frecuencia que la atan, su energía sexual deja de ser una carga o un tabú y se convierte en un portal de transformación.
🔹 Habitar su cuerpo con amor. No como una máquina que debe lucir de cierta manera o rendir en ciertos parámetros, sino como un templo sagrado. Escuchar sus señales, honrar su descanso, moverse con placer.
🔹 Volver a confiar en su sabiduría interna. Más allá de lo que el mundo le dice que debe ser, hacer o sentir. La intuición de una mujer es su brújula, y cuando la sigue, todo en su vida comienza a alinearse.
Cuando una mujer se permite integrar todo esto, su energía cambia. Se convierte en una mujer que se sostiene a sí misma, que sabe cuándo dar y cuándo recibir, que habita su cuerpo con gozo y que transforma cada emoción en una oportunidad de crecimiento. Para que logres esto te invito transitar el Programa Ser Mujer, un recorrido por las diferentes dimensiones de ti para lograr reconectar con tu esencia femenina. Haz click en el botón para más información.
Porque ser mujer es más que un rol, más que una biología. Es un arte, una danza entre el cielo y la tierra, entre la luz y la sombra. Y cuando una mujer aprende a danzar con sus propias energías, todo a su alrededor comienza a florecer.
Te envío un abrazo de l uz y amor
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